domingo, 9 de octubre de 2011

‎***Inalcanzable ***



Hoy desperté
y en la piel la sensación de ti ocupándola aún dormía
desde la noche aquélla.
Palabras iban y venían como marañas en mis pensamientos.
¿Mi corazón?
Apretándose las venas…. Tapándose las pupilas para no llorar.

           I
«Eres inalcanzable, dulce niña mía»,
me dijiste un día
con la voz quebrada por tu melancolía.

«No puedo tenerte
cuanto yo quisiese….
y mucho menos como te añorase.
Eres altiva doncella que apacigua mis pesares.
Eres agua de manantial… Lucero de mi umbral…
….Inalcanzable»,
continuaste tú, insoslayable.

«Hoy parto de viaje.
Hoy debo marcharme.
Yo no puedo darte a cargar tanto equipaje:
mis temores, mis letanías interminables…
mis deberes inescrutables»,
proseguiste tú deshilvanando tu dolor…, insosegable.

«Hoy eres tú la dueña de mi alma.
Te has clavado en mí cual cruenta daga
y sólo quiero morir en la paz de tu cama,
con mi cuerpo enredado entre tu ardor y tus sábanas.

No hay quien ocupe el otro lado de mi almohada.
No hay quien me regale calor cada insipiente madrugada
que hace mella y me hiela la sangre…
Y en mi lecho viven por ti mis ganas descontroladas.
Eres mi oasis en medio de la nada,
mi ilusión que no acaba, inalcanzable dulce niña mía»,
me decías con la mirada en mis labios perdida,
apretando los puños
para no arrebatarme ese beso que a mordidas tu boca pedía.

«Hoy debo alejarme,
a pesar de saber que en cuerpo y alma eres mía.
Perdón por mi cobardía.
Perdón por este temor de soltar
los nudos que ahogan mis días.
Hoy debo dejarte… aunque esta noche yo muera en vida»

           II
«Dulce niño mío, reposo sosegado de mis delirios,
no te rindas…. No. No lo permitas.
Tal vez las reglas hayan sido creadas para ser transgredidas,
si el motivo lo amerita.
No te tragues tus suspiros…
No te calles tus lamentos.
En la vida caben un millón de intentos nuevos.

¿Sabes?
Inalcanzable se hacen las nubes,
y las ves protegiéndote los sueños.

Inalcanzable las estrellas dormidas de tu cielo
y están allí escondidas detrás del firmamento…
Pero, si quieres tocar el cabello,
el corazón de un hada,
o musa tuya por tu calor desprotegida,
haz que a través de tí se haga simplemente humana».

          III
Un suspiro tuyo me llenó el aire de delirios.
Un roce cálido y leve
me desacereló en el pecho los latidos.
¡Eras simplemente tú!

Ahí estaba yo….
Al final del precipicio esperándote para que no cayeses.
Fue un mal sueño….
Yo simplemente dejé que a mi lado durmieses
con mi piel enredada en tu pecho, entre tus piernas y tus dientes.

Mayra Bevilacqua
Domingo, Octubre 09, 2011.

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