sábado, 11 de febrero de 2012

Invidente

Imaginando escenarios bajo el cantar de una ducha caliente, 
cierro los ojos de par en par
y te siento llegar acompañado del viento. 

Cual ingenua niña invidente,
me dejo tocar por tu aliento,
me dejo envolver entre el silencio
-ese que muerdes a tientas,
pero difícilmente rompes-
y el contraste de tu sombra
que me arrastra tras tus huellas,
que me arropa tan sólo con una nota de tu voz,
con un beso de tu boca.

Cierro los ojos
y cual niña inocente
dejo que lentamente te aproximes
a posar tus manos en mi cintura un tanto abultada y ancha,
que a paso lento
se ajusta como arcilla
al espacio amplio y cálido de tus manos.

Tu respiración inunda mis espacios
y tu pulso junto al mío se acelera.

Mis párpados caen,
el temblor me delata.
La transpiración de tu cuerpo
al mío se une en un baile de amor
y almas gemelas ciegas que sin siquiera olerse
se presintieron..., se hicieron uno mucho antes del uno al otro tenerse.

Ensordece la noche,
callan las luciérnagas;
enmudece el sonido de un grillo
y descienden del Eterno mágicas hadas.
Hacen fiesta mi pudor y tus ganas.

Cual invidente perdida,
rozándote apenas
retomo tus sudores y salinidad.

Dejándome llevar por la música de tus latidos junto a los míos,
sin dudar,
te dejo entrar una vez más
a ese mundo mío
que nuevamente te quiero entregar.

Asalta mis sueños dormidos,
colorea el secreto de mi jardín
-ése que es selva húmeda en mi interior,
ése escondido entre mis mórbidas piernas-.

Ciego sé tú
como invidente soy ante la magia de tus manos
y que tus labios te guíen a la cima de mis pechos.
Cúbrelos con humedades de lengua y besos.
Son tuyos...
Tanto... que tienes permiso de vivir ahí en ellos.
Sólo tienes que desear morar en mí,
Tal como la esperanza de mis ojos;
tal como la verdad que como luz de Selena, limpia y transparente,
brilla en tu pupila
iluminándote la mirada
que te abre caminos entre la oscurana de la cual no hablas.

Mayra Bevilacqua
Febrero 04-05, 2012

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