Mi lengua cual serpiente invade tu boca, que se hace fuego al provocar el beso.
-infierno que enciende-
Mis manos, cual serpentina,
se deslizan sabias y cautelosas
para enredarse en tu cuerpo,
que se hace fogata y caldera
si surge la caricia al leve roce
con el calor de mis dedos.
-Infierno que esclaviza-
Cual callejera despejo el camino
a ese punto exacto
donde se concentra tu virilidad y fuerza,
que se hace espina, látigo y lanza
al invitarte en insinuante humedad
a introducirte en el misterio de mi sexo.
-Cielo que calma, que amansa.
Infierno que apresa, que engancha-
Dos cuerpos
-el tuyo y el mío-
embebidos e indivisibles
entre sales, fluidos y sudor.
Besos, gemidos y hondos suspiros
en busca de un Paraíso
-ese donde sólo caben dos-
de orgasmos sacrosantos
en el que las letanías del cuerpo
saben a cielo y a infierno
haciendo el amor.
Mayra Bevilacqua
Martes, Febrero 21, 2012
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