un hombre entre delirios y espejismos
pensaba en voz alta…
¿Cuándo?.. Alguna noche que transcurría callada, pero sin calmas.
Murmuraba para que lo escuchase su alma…
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«En la penumbra de una madrugada inconclusa
y al trasluz de una copa de vino tinto a medio servir,
Un cigarrillo agazapado entre los dedos
desgastándose en suspiros,
vislumbro retazos de tu cuerpo transparente... Pequeña diosa etérea..., inexistente».
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Rojo tu corazón bendito
que late aforado, descompasado si te beso, guerrero.
Vino tinto el dulce carmín de mis labios de mujer.
Vino tinto mi sangre...
Calma caliente como ese elixir que a tus labios moja
cada vez que en pequeños sorbos te apetece.
Fruto rojo...
Manzana madura y dulce mi pecho,
que antes de ti yació dormido,
imperceptible, intocable
a la espera y resguardo de tu abrazo.
Vino tinto mis besos...,
que un juego cerrado de bocas sedientas
y ardentía clamante de deseos,
hace río caudaloso, bravío
la sal encriptada en cada poro de tu cuerpo.
Río tempestuoso que se amansa ante el roce de mi aliento.
Piel que se estremece
ante el aroma que en dulces estelas te inundan los sentidos
desde cada latitud en la isla de mi piel de seda,
que se escurre como agua
entre la cálida dimensión de tus dedos.
Rojo vino tinto… tu sangre y mi sangre
que se emocionan y burbujean juntas,
cual ola espumante,
en una danza de dos…
Un vals en moderato de ritmo sin igual.
Tus latidos hablan sin miedo
y recrean estrellas tus falanges
sobre el amplio espacio de mi universo:
Piel, carne, sudor salobre y huesos.
Vino tinto el lingerie diminuto
que ha intentado en ocasiones memorables robarte el aliento,
cuando… una noche en candilejas,
entre dormido y despierto
susurraste al unísono en medio de un silencio muerto:
«Te amo, mi beba….»
«Muñequita, te quiero»,
cerrándose la noche
con una luna sonriente y un sol incandescente
resurgiendo desde las cuevas de mi vientre.
Mayra Bevilacqua
Martes, Noviembre 15, 2011
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