me trae el recuerdo de tu sonrisa amplia, real, franca,
y admito en esta distancia
que la tesitura de tu voz me hace temblar hasta las rodillas.
Sé que con magia o sin ella nuestros corazones cantan
y mis sueños… en un momento abandonados, con los tuyos se enredan.
Al buscarte en mi recuerdo
te revivo en mi piel y sentimiento.
¿Qué hago con esto que me impulsa
a seguir tras tus huellas en silencio?
Me confieso:
adoro cada caricia tuya
que arde en tus manos
esperando anclarse en mí;
cada beso que tus labios
que tu lengua certera y juguetona
recrea en mi boca y en los lienzos curtidos de mi cuerpo
para mí y para ti
en un sagrado rito fogoso de amor
de dos almas viviendo en dos mundos sueltos.
Adoro que sin tocarme,
mis mejillas sonrojadas se enciendan
al tú hablarme
con el timbre sonoro de tu dulce voz.
Me encanta…
en un juego delicioso de lenta seducción,
hacerte mío en un delirio….
Hacerte mío hasta agotarte
sin que tu cansancio y mi sudor resulte acto pecaminoso.
Me encanta…
alborotar tu volcán dormido,
haciendo que me llenes de tu fuerza cálida y húmeda…
como la noche aquella cuando nos arropó el amor
entre gotas de lluvia y tormenta pendenciera,
esas que nos arrullaban cual si fuere un ramo de jolgorios en primavera.
Adoro rozar la faz de la luna,
alcanzar las estrellas del cielo limpio contigo.
Ese mismo cielo que bajo la venia de Dios
nos cuida de aves rapaces celosas
y de marchitos enemigos.
Adoro escribir historias
de eterna lírica pasional y poesía
con este amor que vive en un muy cercano «TÚ y YO»
habiendo nacido contigo
en noches de prosas y suspiros.
Mayra Bevilacqua
Octubre 08 / 12, 2011
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