Tú mirada que se pierde...
Tus pasos que se alejan.
Ya no escucho tu respiro,
ni de tu boca a queja.
Tus cabellos inalcanzables,
tu espalda moldeada,
tu frenética despedida
hace estragos en mi esperanza.
Estiro mis manos
y no te alcanzo.
Me impulso hacia ti
y ya estás lejos...
sólo la estela de tu aroma
queda
mezclado con la brisa fresca
de tu partida.
Se apaga a luz...
Ya no te veo...
¡Para, por favor...
De rodillas me encuentro!
¿Por qué huyes de la verdad
que nos ha marcado?
¿Acaso nunca te has enamorado?
Marco Aguirre
Noviembre 01ro, 2011
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