Mis murallas se desvanecen de ganasante el clamor de tus impetus fueros
y una voz portentosa me agita, me enardece
ante la posibilidad tangible de ser tuyo mi cuerpo;
ya preso en ti hace algún tiempo, sin memoria ni recuerdos.
Sólo late la indeleble sensación
de haber servido de aposento
de fantasías tuyas...
Y deseos mudos que te corroen el alma desde adentro.
Ábreme las caderas con tus manos que me anhelan hurgar,
cual si fuere extraña joya..., sirena mítica
que entre tus dedos sudorosos juega.
Permítete explorarme como selva recién descubierta e inhabitada.
Marca con fuego tu huella.
Ya por tu amor estoy presa.
Aproxímate al sur donde habita mi sexo.
Pálpame temblorosa...
Haz tuyo mi pudor.
Bebe a sorbos lentos mis suspiros, mis quejidos y delirios
y llévame a ese mar de lujuria tan tuyo
cuyas aguas sólo conoces tú.
Hazme prisionera eterna de tu cárcel
y regálame esbozos de tu morbo asfixiante.
Sé tú mi celador
y noche a noche aprisióname en tus ganas...
haciéndome el amor.
Mayra Bevilacqua
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