Nunca disfrute tanto un momento
como aquél,
cuando nuestros cuerpos desnudos
estaban postrados sobre la cama
entre caricias, besos y te quiero.
Un sutil aroma a miel y vainilla envolvía nuestros sentidos
y una vela blanca nos regalaba su luz, su protección y su savia....
El enigma de aquel momento sólo nosotros los conocemos
y sólo nosotros sabemos cuántas veces esa noche tocamos el cielo.
Marco Aguirre
Junio 17, 2011
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