hasta que nazca el contacto,
las ganas del beso
y la inquietud en el cuerpo.
Soy piel que se moja,
mujer que arde al roce de tus dedos.
Mis alas vestidas de arrojo y esperanza
te aguardan para que mi paz sea también tu paz.
Sacudamos el polvo
de nuestras historias
llenas de palabras viejas.
Haz de mi ombligo
un nuevo nido
mientras mis dedos en ti,
como mariposas,
reabren espacio..
Esos mismos en los que te has ahogado por vivir;
para darte un nuevo aire
y mueran para siempre tus silencios largos.
¡Respira!
Guarda un sitio en cada poro
para mis dedos largos.
Los músculos de tu estómago
van soltando las huellas del orgullo lacerado
mientras mis dedos en ti
sutilmente van construyendo en voz baja
lagos de sueños renacidos.
¡Respira!
El viento traerá a bocanadas
memorias a tu olfato,
a tus pupilas,
a esa piel tuya que ya han tocado mis palmas sudadas.
Acércate… Acércate con paso firme,
sin que nada te inquiete…
Mis dedos en ti se mueren por vivir.
Toma mis piernas como asidero
y mi vientre como reposo para el cansancio del guerrero.
Toma de mí… Hasta la sangre.
Mis dedos en ti
habrán de confesarte sin pudor
lo que ante el mundo hoy debo callar.
Compartimos tú y yo
hasta ese mismo nudo en la garganta
y un lazo invisible que nos acerca en esta distancia absurda
desde los latidos,
la boca ansiosa,
el alma y hasta los deseos revueltos,
esos que nos hace sentirnos.
Mis dedos en ti en su impaciente recorrido
Te dirán: «TE AMO»
aunque no lo pueda gritar a cuatro vientos.
Mayra Bevilacqua
Junio 16, 2012
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