En un abrazo,
mi pecho a su boca se acerca
con la tentación alevosa de un beso.
Humedad erguida.
Seducción en celo.
En esa cercanía,
el deseo en silencio hace fiesta
en un cuerpo a cuerpo
que junto a él reinvento.
En un labio a labio,
lo enlazo a mis piernas
y sus manos se hacen anclas punzando mis caderas.
En un abrazo,
me arrimo a su cuello
con la intensa agonía
de sentir su latido
bulléndole por dentro, señor mío.
Mayra Bevilacqua
Junio 24 / Julio 05, 2014
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