miércoles, 30 de mayo de 2012

NÁCAR, DESIERTO & SED

 Abro los ojos a media tarde
y el sol me encandila la piel.

Se agrieta con espasmos
...
el bronceado de ámbar y cerezos
que descubrió entre escombros
la magia de tu pluma y pincel.

Los poros se dilatan…
Reclaman humedad.
Hoy tengo sed.

Tengo sed de tus labios hambrientos de mí
abriendo surcos como olas
en mi mar… A orillas de mi playa de mujer.

Hielo soy sin tu calidez;
desierto exasperante
sin tus dedos caminantes,
desierto y perenne sed.

Tengo sed de tus ojos
deshilachándome en deseo
como lienzo y papel.

Sigo sedienta de aquél beso
que se quedó en el aire,
del sudor de tus manos;
de tu voz que canta en gemidos leves
cada vez que de mi piel bebes.

Soy oasis que te arrolla hechizante,
desierto amplio y abundante sed
que se calma en tu verano,
mientras vistes de pétalos
el ébano que duerme en mi cabello largo.

Camina este desierto
desde las dunas de mis pechos
hasta las aguas yacientes en mi sur…
entre caderas.

Camina lento sobre cada peca de mi desnudez
que calla en soledad ganas y llanto.

Tengo ansias de ti en mis noches largas;
de tu lengua deshojando mi flor de nácar.

¡Ven pronto a saciarme esta sed!
¡Ven a ocupar las arenas de este desierto
que guarda tus insomnios,
monólogos tristes y las heridas de tu piel.

Sé marino…Hazme desierto húmedo;
rocíame de ti.
Navégame.
Explora mis sabanas, sumérgete en mi riachuelo

Hazme abono de cada sueño
y olvida en mi vientre cada nota amarga
de tu ayer en blanco y gris.

Soy concha de nácar a redescubrir,
desierto a poblar de caricias y besos,
sed constante a saciar en tu boca y en el laberinto de tu ser.

Mayra Bevilacqua
Mayo 23 / 27, 2012

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