miércoles, 25 de junio de 2014

Le dejo mi espalda*****

Anochece…
Corren las horas. El cielo calla.
No hay mucho que decir,
Pero sí, tal vez, 
mucho que sentir.


Se hace tarde, pero antes de marcharme,
a hurtadillas, sin que su mirada me note
me permito colar entre sus sábanas una ofrenda
que aquiete sus demonios,
que amaine sus ansias desiertas,
llene su espacio de fantasías en lugar de sombras.

Le dejo mi espalda
inhóspita al lado de su almohada
para cuando desee habitarla,
despacio,
a cuenta gotas,
con sus ganas.

Le dejo mi espalda,
plácida, clara
Poséala.
Ya unas cuantas pecas llevan su nombre y apellido.
Bastaría con besos suyos sellarlas.

No busque estrellas para vestirla.
Las lleva ud en cada poro.
Ilumine mi desnudez
con el cristal de sal de sus sudores.

Le dejo mi espalda…
Se la dejo limpia, nítida, sin adornos
para que no encuentre obstáculos al caminarla,
cuando quiera con la magia y travesura de sus dedos tocarla,
cuando desee con la fuerza de sus besos tatuarla
y en su hombría vivirla
con verdad, poesías y prosas,
si quiere, cual si fuere papiro,
en ella escribir historias pecaminosas,
oscuras, prohibidas…
Esas que muchos leen,
de esas que otros tantos hablan,
pero muy pocos comprenden.

Mayra Bevilacqua
Junio 18-21 2014

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