Nuevamente el rocío durmió toda la noche en el asfalto,
luego que las ganas pululaban inciertas
entre el brillo de tus ojos
-hubo una mirada-
Y esa dulce tentación destilando de tu boca
en el absurdo medio de la nada.
-se dejó en ‘stand by’ el calor de un beso
que diese paso a la humedad de la rosa
y ese hervor mágico llamado deseo
que guarda silencio en las calderas del cuerpo-
Tu voz como un eco se disipó
quedándose anclada
en aquél laberinto lleno de palabras tuyas,
susurros, suspiros
en el que se convirtió mi oído.
Se abrieron impetuosas el hambre y la sed:
Hambre de mordidas…
Pocas… a tientas… Suaves..,
cual leve movimiento de un pez
en aguas de mar tranquilas.
Sed de lenguazos…
lentos… perfectos…
abriendo espacios cual barca en dirección al puerto.
El estruendo del sol me despertó…
Y yo… con la sensación de tus gemidos
ahogados en los suburbios de mi piel.
El rocío ya pasó...
Y yo… con la sensación
de un bocado de tu piel en los labios
con la humedad salobre de tu sudor intacto...
Gotas de ti desbordándome el ombligo...
Sensación y amaneceres reiterativos
en los que mi amor huyó de mí
para ir a encontrarse contigo
en aquel inhóspito paraje
del que hacíamos un paraíso…
Mayra Bevilacqua
Abril 30 / Mayo 03, 2013
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